1989. Tenía 13 años. Ese año participé por primera vez en una carrera,
la de mi barrio de siempre, Canillejas, el Trofeo José Cano. Tengo algún
recuerdo de ese día: Salí como alma que lleva el diablo. A los pocos
metros me entró flato. El resto de la carrera no pude hacer otra cosa
que sufrir, andando la mayoría del tiempo, corriendo sólo los pequeños tramos que
el dolor y la falta de aire me permitieron. Así hasta llegar a la recta
final. Me olvidé entonces de lo mal que lo estaba pasando y corrí de
forma continuada hasta cruzar la meta. Sólo para salvar la honra. Mejor
dicho, como en aquel momento pensé: para no hacer el ridículo delante de
"tanta gente". No tengo ni idea de la distancia que en total "corrí", pero me
pareció una eternidad.
Hace unas semanas, recogiendo algunas cosas del trastero de mi hermano, en una caja de zapatos, encontré la placa conmemorativa de la carrera, junto con otros recuerdos infantiles. Mi primer trofeo carreril. En realidad, mi único trofeo. Ni siquiera se puede considerar eso. Pero me hizo mucha ilusión...
Hace unas semanas, recogiendo algunas cosas del trastero de mi hermano, en una caja de zapatos, encontré la placa conmemorativa de la carrera, junto con otros recuerdos infantiles. Mi primer trofeo carreril. En realidad, mi único trofeo. Ni siquiera se puede considerar eso. Pero me hizo mucha ilusión...
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