No son las 8:00h y ya estoy en la zona de salida. Me da tiempo a recoger el chip, hacer un pis y dar una vuelta por la zona. La mañana pinta bien. Sopla un ligero viento que se agradece. A las 8:15 recibo un mensaje de fherperela avisando de que ya ha llegado. Me encuentro con él en primera fila, bajo el arco, como un campeón Autopresentaciones oportunas y un ratillo de charla.
Recibo whatsapp de mi compi Juani. Me despido de Fernando y salgo en su búsqueda:MISIÓN IMPOSIBLE. Casi no se puede andar, ni pa’lante ni pa’tras. Son las 8:40 y todavía no he dejado la bolsa en el ropero, que cierra en 5 minutos. El tiempo se echa encima y los nervios hacen acto de presencia . Tras un intercambio de mensajes comentando la situación me lanzo en carrera hasta el camión ropero, que está a unos 200 metros de la salida. Al menos he conseguido llegar antes de que se vayan. Siguiente contratiempo: me estoy haciendo un ligero pis (nervioso) otra vez. Decido no pensar en ello, pues la única forma de llegar a los baños sería volando, y hoy no estoy por la labor
Así que opto por tomar posición a la altura del globo de 55min. Nervios, nervios y más nervios. No es el comienzo que hubiera deseado. Suena el teléfono. Es Juani. Medio adivino lo que me está diciendo porque no se oye nada: Alberto y ella están en la zona de los baños, por si quiero ir a su encuentro. It’s impossible, están a punto de dar la salida.
Y ¡pum! Comienza la carrera. A pesar de que hay mucha gente se corre bien desde el principio. El calor de momento no es excesivo. Primer kilómetro en 5,27 bastante rápido , en bajada se hace fácil. El recorrido tiene mucha parte en descenso, pero también alguna subida importante, por lo que me he planteado no dejarme llevar en las bajadas para reservar. Entramos en el Paseo de la Habana. Seguimos yendo cuesta abajo… pero de una forma un tanto engañosa, pues hay pequeños toboganes cada pocos metros. Empiezo a pensar que la carrera no es tan fácil como nos habían dicho.
Alcanzamos el km 2. El Garmin sigue marcando buen crono. Tomamos Pio XII. De vez en cuando tomo como referencia a algún corredor para seguir su ritmo, aunque me aburro enseguida y acabo por pasarlos, yo soy “asín de indiota” Repecho de cierta importancia antes de llegar al km. 3, de unos 200-300 metros. Y ya empiezo a acusar el calor. No me queda más remedio que quitarme la camiseta “oficial” y quedarme con la de tirantes (que es lo que tenía que haber hecho al principio y con las prisas se me ha pasado dejarla junto con el resto de bártulos). Sufro un poco (o bastante) en la cuesta de Príncipe de Vergara con Serrano. Pero una vez alcanzado el final el perfil es muy favorable hasta llegar al avituallamiento a mitad del recorrido. ¡¡¡Volando voy!!! Y de vez en cuando hasta me da tiempo a mirar alrededor y ver que hay algunas personas animando (pocas, la verdad).
Pita el Garmin avisando del km 5. No hay signos de que el avituallamiento esté por allí. ¡¡¡Mi reino por una botella de agua para echarme por encima!!! Menos mal que las mesas se avistan a lo lejos. Estamos todos demasiado sedientos y se forma un barullo al intentar coger las botellas. Y justo en la mesa donde me acerco se acaban cuando iba a trincar una. Suelto un “joder” ansioso (lo siento ). Menos mal que un poco más adelante hay de sobra. Pego un par de sorbos (en ese momento me vuelvo a acordar del pis que no he hecho) y me riego, literalmente, pero sin gastarla toda, pues intuyo que me va a hacer falta.
Ligeramente hidratada me enfrento a la subida por Serrano desde María de Molina hasta Diego de León. Entre el calor y la cuesta debo ir pasadísima de pulsaciones. Y echando los higadillos, llegamos al km 6. Miro el tiempo que marca el cronómetro: 33 minutos y pico. La bajada por Serrano nos ofrece una bonita imagen de la serpiente multicolor de corredores hasta la Puerta de Alcalá. Toca recuperar el aliento si quiero llegar entera al final de la carrera, donde está lo más duro.
Km 7… Y según vamos llegando a la famosa puerta madrileña me entra el acojon. Toca bajar hasta Cibeles y volver a subir. Me noto muy cansada pero curiosamente la subida no se me hace tan dura como pensaba.
Entramos por Alfonso XII, en ligera bajada. Último kilómetro. Pero en realidad llevo rato pensando en la cuesta del Ángel Caído. Y según me aproximo sé que no voy a ser capaz de subirla corriendo. Me inundan los pensamientos negativos. Todo lo que he sido capaz de hacer antes…A LA MIERDA. Lo voy a joder en el último kilómetro. Y nada más entrar al Retiro, comienzo a andar. LO SÉ, SOY UNA COBARDE, Y UNA MIEDICA. Mi amiga “la cuesta del demonio” me ha vuelto a ganar
Ando, ando y ando. Más que en la anterior carrera donde me enfrenté a ella. La gente anima. Y lo agradezco. Pero no soy capaz. Me jode sobremanera, porque a mi alrededor todo el mundo la está haciendo al trote. Hago un intento. Nada. Prefiero andar ahora y por lo menos entrar en meta corriendo para la foto.
Y casi cuando estoy coronándola, vuelvo a correr. Al menos eso. Tiene güevos, que ahora me ponga a adelantar a gente cuando antes no era capaz casi de dar un paso. Últimos metros, acelero para salvar los muebles y entro en meta levantando los brazos (qué hipócrita me he sentido en este momento , espero que ningún fotógrafo haya captado la subida previa porque mi reputación va a quedar por los suelos ).
Tiempo final, 57,51 según el Garmin.
Conclusiones:
Que estoy contenta. La carrera no me ha parecido tan fácil como en principio se suponía. He hecho mi segundo mejor tiempo desde que empecé con esto.
Que el miedo me ha podido otra vez. Tengo que aprender a dominar la mente.
Como digo, me queda una espinita clavada. Tendré que buscar la forma de sacármela
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